Sed... [Raziel]

Por fin accedió a bailar. En verdad ya lo sabía, "intuición" supongo...No tenía ganas de quedarme por ahí un rato. Quería irme a casa, pero, ¿¡Si no tengo!?... Era demasiado tarde así que le pedí a Daniel si me podía quedar en su casa esta noche, o por lo menos hasta que volviera a mi ciudad.

Salí de ese antro de una vez por todas. Me quité el collar que llevaba puesto y lo abrí... la música que sonaba era relajante. Con ella no se escuchaba ni la música de dentro del garito. Era perfecta. Relajaba, calmaba y, sobre todo, hacía pasar el tiempo como si nada. Ese collar me lo regaló mi antigua novia antes de... Tenía una foto de ella. Tan preciosa, tan inocente, tan... humana.

Observé cómo salía Cata de la puerta del pub . Me pilló desprevenido. Cerré de golpe aquel collar oxidado y me lo volví a colocar en el cuello. Se quedó mirando con expresión de intriga. Lo más seguro es que me preguntara, pero, ¿quién sabe? a lo mejor no le contesto.

Razz se fue hacía otro hombre, supuse que era otro amigo como los otros dos, me dirigí a uno de los sofás de aquel pub para sentarme y fingir descansar, desde allí observaba a Raziel, esperaría a que terminara de hablar para acercarme y saber que es lo que iba a hacer él, la noche no es eterna, por desgracia... pronto amanecerá y yo no estaré por las calles para contarlo.

Vi como salía de allí, así que esperé unos minutos para seguirle, pude oír desde lejos una música relajante, lenta... como clásica, cuando quise darme cuenta vi a Raziel con algo parecido a un collar que cerró de golpe y se lo colgó al cuello, dudé en si preguntarle o no, pero preferí no hacerlo ya que quizás le molestaría. -¿Que vas a hacer ahora Raziel? -Pregunté mientras miraba el cielo. -Pronto me iré junto con mi soledad a vagar por las calles... -Reí con sorna. -Quizás otro día nos encontremos y... salgamos de fiesta. -Volví a reír esta vez más animada.

-Me encantaría. Dije con gran sonrisa mientrás me marchaba con mi amigo. Miré hacia atrás y... ya no estaba. Sonreí.

El camino se hizo largo y cansante. No entiendo porque no quería correr. Su casa estaba en la otra punta de la ciudad. Decía que no quería correr porque llamaríamos mucho la atención, pero... ¿¡Si no había ni un alma por las calles!?
Mire pensativo hacia el cielo que ya hacía de color azul oscuro. ¿Qué estaría haciendo Catalina en este momento?

-Pues así será, aunque éso solo lo sabrás tú. -Le guiñé un ojo y sin esperar respuesta me desvanecí entre las sombras.

La noche se acababa, debía encontrar algún sitio donde... ¿Pasar el día?. Seguí caminando con algo de impaciencia y frustración, corrí hacía un callejón estrecho, una vez allí trepé por las paredes hundiendo los dedos en los surcos entre los ladrillos y me apresuré a subir a la azotea. Allí me metí en una puerta que conducía hacía abajo, para entrar en el edificio, me senté en los escalones, saqué nuevamente la cajetilla y saqué mi último cigarrillo, lo prendí con el dedo y me lo llevé a la boca. -¿Podré soportarlo hasta el crepúsculo?-.